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miércoles, 9 de octubre de 2013

CAPÍTULO 34


 Mi madre después de esa última frase me había colgado con la misma. Ya no me entristecía lo fría que era siempre conmigo. Era normal, Ángel siempre decía que era culpa de unas pastillas que se tomaba. Eso me lo decía cuando era pequeña, después me di cuenta de que era solo conmigo ese comportamiento tan arisco. Me acostumbré. Total tampoco había recibido nunca otro trato.

Carlos no decía nada sólo me miraba. Yo estaba en el limbo sacando mis propias conclusiones. Mi padre estaba muy enfermo porque si no mi madre no me hubiera llamado. ¿Qué querría decirme? A diferencia de mi madre mi padre siempre había intentado estar a mi lado aunque siempre fracasara. Él tampoco supo nada de mí nunca pero al menos lo intentó. Mi madre ni eso. Ángel… ¿Dónde estaría? ¡A lo mejor lo veía en Madrid! Tómalo, eso era algo muy bueno. Tenía que decirle muchas cosas. Lo echaba muchísimo de menos.

-Isabela, ¿Quién está enfermo?- Carlos ahora sí que me hablaba. Estaba preocupado porque había estado mucho tiempo sin reaccionar.

-Mi padre.- Carlos se puso pálido. A mí se me llenaron los ojos de lágrimas y volví a llorar. Desde que me había despertado era lo único que hacía y eso que me consideraba una chica “dura”.

-No pasa nada. Tenemos que ir a la agencia para sacar el primer vuelo.

-Sí, deberíamos…Espera, ¿Te vienes conmigo?

-Claro. Soy tu enfermero.- Me miró con cara de pillo. Pero que sinvergüenza.

-Pues cúrame la pierna anda. Que últimamente no haces bien tu trabajo.- Él se echó a reír y yo me sonrojé.

Carlos se levantó en busca del botiquín al cuarto. Mientras estaba sentada las chicas habían aparecido.

-Lo hemos escuchado.- Las miré y se me rayaron los ojos otra vez.

-Pues también sabréis que me voy.

-Sí lo que no sabemos es cómo.

-¿Cómo que cómo?- No  las entendía.

-Isabela, sabemos que no tienes dinero.- Malditas. ¿Y ellas cómo sabían eso? Espera un momento. ¿Y cómo me iba a ir de viaje en el primer vuelo si no tenía ni un euro?

-¿Cómo lo…?

-Lo sabíamos incluso antes de que te atropellaran. ¿Tú te acuerdas?

-Lo cierto es que no…

-Te despidieron. El local donde trabajabas por las noches cerró. Cosas de la crisis.- Despedida. Qué duro sonaba.

-Qué mierda.

-Pues sí pero mientras te ponías tonta con Carlos hemos pensado en cómo ayudarte. Vamos a pagarte el pasaje entre todas. Es importante que vayas a ver a tu padre.- Esa era Tamara. “Ponerme tonta con Carlos”: Definición de haberle dicho que fuera a buscarme el botiquín para que me curara la herida.

-Gracias pero no puedo aceptarlo.- Aunque mirándolo por otro lado no podía hacer otra cosa. No tenía dinero y era imposible conseguirlo de un día para otra. ¡Bueno si me sacaba la lotería sí! Esa era Isa, estaba graciosa hoy.

-Venga ya, sabes que no tienes otra opción.- Esa era Samanta.

-¡Sí, además te daremos un poco más de dinero para que nos traigas regalos!- Esa fue Nayara.

-Voy a ver a mi padre, que está enfermo.

-Ups, lo siento es verdad.

-¡Que es broma! Os lo acepto porque no tengo otro remedio y lo sabéis pero os prometo que os lo devuelvo. ¿Qué queréis que os traiga de regalo?


ADELANTO POR LOS COMENTARIOS DEL CAPÍTULO 33

Después de decirme la larga lista de las cosas que querían de Madrid Carlos llegó y me curó la pierna. No podía creer que hace sólo un rato estuviéramos a punto de desayunar y ahora ya me iba para Madrid. Era una locura. Mi padre estaba enfermo. ¿Cómo había ocurrido? Quería saber ya cómo estaba, quería verlo, abrazarlo. ¿Qué me tendría que decir? Eran tantas preguntas, dios mío. ¿Cuándo iba a recuperar la memoria? ¿Cuál era el motivo de que la hubiera perdido? Nayara todavía no me había dicho nada. Yo cada vez tenía más intriga e Isa no hacía más que molestar a cada segundo.

Después de que Carlos me curara la herida me cambié y cogí mi bolso para ir a sacar el pasaje ya. Cuanto más tiempo perdiera era peor porque más preguntas me hacían. Las chicas y Carlos fueron conmigo también. Carlos nos llevó en su coche pero antes tuvimos que pasar por su casa. Mala idea.

-¿¡Esta es tu casa, Carlos!?- Esa era Samanta.

-Joder, ¡Chiquita suerte tiene Isi!- Esa era Tamara, yo clarísimamente bufé y puse los ojos en blanco. Qué graciosa.

-¡Ni que lo digas! Y encima… ¡¡¡TIENE PISCINA!!!

Todo eso lo comentaban sin Carlos delante claro está. El había ido a cambiarse. Me moría de ganas por ir a verlo mientras lo hacía pero no podía dejar a estas tres locas solas. Quién sabría lo que podría suceder. Quizás asta se ahogaran en la piscina. Solo de pensarlo me reí yo sola.

-Venga chicas relajaos.- Las tres miraron con cara de tontas. Yo me senté en la cocina y también las observe. La verdad es que la primera vez que yo vine también me quedé bastante impresionada. Lo malo de cuando yo había venido es que Carlos y yo casi… y no pudo ser porque justo recordé a Ángel… Ángel, ¿Qué sería de él? ¿Iría a ver a papá? Seguro, él aunque estuviera  enfadadísimo por una cosa así iría. Siempre era así. Lo echaba mucho de menos ojala no estuviera enfadado conmigo y por eso no había venido conmigo a Tenerife. Ojala me dé un abrazo nada más verme. Lo necesito.

-Bueno, ya estoy vestido y tengo mi maleta preparada.- Todas nos giramos para verlo. No sé si fui la única pero si hubiéramos sido dibujos animados todas hubiéramos estado babeando. Dios, Carlos estaba buenísimo. Cuanto más lo veía más me gustaba.

-Perfecto, vamos a sacar el pasaje.- ¡Me iba con Carlos! ¿Qué más podía pedir? Ahora dormiríamos juntos seguro… Bueno, si no es que le ponía pegas mi madre. ¡Oh dios! ¿Me dejaría quedarme en su casa? ¿O deberíamos quedarnos en algún hotel? Yo lo llevaba mal. No tenía ni un euro.

martes, 8 de octubre de 2013

CONTINUACIÓN DE CAPÍTULO 33


-Hace un rato - dijo Tamara- mientras te despertaba Carlos (eso lo dijo con segundas la traidora) te llamaron al móvil. Clarísimamente no lo cogimos pero  vimos quién era.

-¿Y? ¿Quién era?- Todas se miraron y yo me asusté. ¿Quién sería? ¿Otra vez el estúpido de Sergio? ¡No, por dios!

-Ponía…

-¿Ponía el qué? Me estáis poniendo nerviosa.

-Ponía mamá.- ¿Qué? ¿Mi madre? ¿Que querría de mí después de dos años sin hablarnos? Bueno… todavía no había recordado porqué no nos hablamos pero ¿Qué raro… qué querría?

-¿Es broma?

-No, por dios. ¿Cómo íbamos a bromear con eso?- Dijo Tamara.

Las miré a todas. Una por una. No creía que me estuvieran engañando pero tampoco entendía para qué me había llamado mi madre.

-Bueno, ya volverá a llamar.

-¿Qué?- ese fue Carlos. Lo miré impresionada.

-No deberías esperar. Si estas enfadada con ellos y te han llamado tal vez sea una urgencia.- Por ese lado Carlos tenía razón. Me levanté de la mesa y fui a la sala a por mí móvil. En nada descubriría qué querían.

Encontré el móvil encima del sillón. Me senté. Nadie me había acompañado. Me sentía muy sola.

-¿Me quedo o prefieres estar sola?- Mi héroe. Carlos me miró y me sonrió de lado. Me encantada. Era tan autentico.

-Prefiero que te quedes.- Me miró largo rato hasta que se sentó a mi lado.

-¿Vas a llamar?

-¿Ha sido idea tuya no?

-Sabes que es lo mejor.- Lo sabía pero era duro escuchar otra vez a mis padres. Los echaba mucho de menos y no sabía que podría pasar. ¡Y ni si quiera sabía por qué no les hablaba!

-Sé que lo es.- Como yo no me decidía Carlos me quitó el móvil. Vi lo que hacía. Me pasó el móvil y ya estaba dando tonos. Iba a hablar con mi madre. Otra vez.

-¿Isabela?- Mi madre. Sonaba igual que siempre. Qué ganas de verla otra vez.

-Esa misma.- Estaba tan impresionada que no sabía ni qué decir.

-Vaya, sigues enfadada. Pues deja el enfado a un lado. Necesito que vuelvas a Madrid.

-¿Qué? – Ella igual que siempre. Exigiendo. No te explicaba las cosas. Ella no.

-Tu padre está enfermo Isabela.

ADELANTO POR EL COMENTARIO DEL CAPÍTULO 33

-¿Cómo que enfermo?- No me lo podía creer. Mi padre enfermo. Era todo tan irreal. Dios, quería estar con ellos ya ahí para ayudarlos en lo que fuera necesario.

-¿Pero eres tonta? ¡Enfermo!- ¿Cómo era mi madre capaz de decir eso con tanta facilidad? ¿Estaba loca o qué?

-Pero, ¿Es grave? – Mi madre al otro lado del teléfono bufó.

-Si no fuera grave no te llamaría. Deberías saberlo.

-Ya lo sé.

-Además, solo lo he hecho por tu padre. Quiere verte. Necesita decirte una cosa.

-¿Qué cosa?

-Cuando vengas te lo dirá él.

lunes, 7 de octubre de 2013

CAPÍTULO 33


Entré en la cocina y las chicas estaban ya a la mesa. Nayara ni me miraba me daba la sensación de que todavía estaba resentida por lo de ayer. Samanta en su sitio nos miraba, me daba, que se había quedado con la duda de qué abría pasado antes. Tamara que ya se había sentado tampoco nos miraba. Estaba igual que Nayara solo que ésta estaba roja y seguía en fase culpable por haber interrumpido. A parte, le había afectado muchísimo vernos y no entendía por qué. Bueno, es cierto que estábamos en una situación comprometida pero cualquiera habría dicho lo siento y ya está. Ella en cambio es como si se sintiera mal. No lo entendía.

El desayuno estaba puesto. Hoy las chicas habían preparado jugo, leche, galletas y bollos. Todas las calorías que necesita una buena mujer nada más levantarse. Me había prometido que a estas alturas debería de bajar algunos kilillos pero cuando tienes delante tanta comida calórica te olvidas de las promesas por completo. Ataqué la primera la comida junto con Carlos que parecía gracioso por mi hambre a diferencia de las chicas que estaban todas calladas y serias. Las miré una a una. ¿Qué debería de hacer? A Samanta debería de explicarle qué había pasado en el cuarto para que quitara esa cara y como que decirlo en alto me parecía feo deseché la idea. Pasé a Tamara. A ella debería pedirle disculpas por lo que acababa de ver y debería preguntarle qué era lo que la tenía tan triste pero eso a lo mejor no lo querría decir delante de todas así que también deseché esa idea. Por último me quedaba Nayara. A ella debería de pedirle disculpas y que por favor no tardara tanto en explicarme qué me había pasado y cómo había sido mi accidente. Por ahora sabía que ella había tenido algo que ver pero no sabía en qué sentido. Empezaría por la disculpa.

-Nayara…- Todos me miraron cuando hablé, eso hizo que me arrepintiera al momento pero ya no había remedio.- Quería pedirte disculpas otra vez por lo de ayer. Sé que para ti es difícil contarme qué pasó pero cuanto antes lo hagas será mejor.

Todos me miraron alucinados. Creo que ninguno se imaginó que fuera a decir algo así. Tan impactante. Nayara asintió y en vez de decir que aceptaba mis disculpas dijo.

-La verdad es que yo no debería haberme puesto así tampoco. Te pido disculpas pero es que me dolió que pensaras eso de mí.

-No pasa nada.- fue lo único que dije y volvió otra vez el silencio. ¿Pero que les pasaba hoy a todos? Carlos me miraba. Eso era una señal de que él pensaba lo mismo que yo. Me estaba hartando de esa situación así que lo dije bien clarito.

-A ver, ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué estáis tan calladas?- Todas se miraron las unas a las otras. ¿Qué estaba pasando?

-Pues… es que…- Dijo Nayara, pero yo ya no podía más con tanto misterio.

-¿Es que qué?